Y así, después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí
triunfar; decidí no esperar a las oportunidades, sino yo misma
buscarlas; decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una
solución; decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un
oasis; decidí ver cada noche como un misterio a resolver; decidí ver
cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias
debilidades, y que en éstas está la única y mejor forma de superarnos;
aquel día dejé de temer a perder. Y costaba romper la costumbre, pero se
pudo. Aquel día decidí cambiar tantas cosas...
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